Siento mucho los retrasos, actualizaré el blog de vez en cuando, pero tened paciencia, please:



La vida de un sacerdote en Madrid es algo compleja, hacemos lo que podemos y que Dios ponga el resto. Si quieres contribuir pide a Dios que nos envíe más sacerdotes.

Un fuerte abrazo

miércoles, 8 de agosto de 2012

Jesús en el desierto (Mc.1, 12-13)

Continuamos con la lectura orante de la Palabra de Dios. Comenzamos nuestro ratito de oración rezando un Padre Nuestro, pidiendo a Dios que nos conceda la gracia de conocer más y mejor a Jesús para así poder amarle más y servirle mejor.







12 A continuación, el Espíritu le empuja al desierto,13 y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían.







Juan acaba de bautizar a Jesús, por fin el Padre le ha hablado claro y necesita retirarse para asimilar todo lo que ha comenzado a gestarse en su vida...

No se trata de que Jesús se dirija al desierto, es que el mismo Espíritu Santo le empuja, le arrastra hacia el desierto. Un retiro forzoso de cuarenta días con la única compañía de los animales del campo. Es una escena impresionante. De ese desierto saldrá Jesús cambiado. Hasta entonces siempre ha parecido un joven normal, quizás con una alegría mayor que el resto, con un aplomo y una seguridad también superiores a la media. Un chico maduro, alegre y que sabe mirar directamente a los ojos de la persona con la que habla. Nada más revela lo que hay en su interior. A partir de ahora, todo eso cambia. Sigue siendo el mismo, pero de esta experiencia saldrá con la conciencia clara de cual es su misión, su vocación.

Es tiempo recio, Satanás (el "adversario") le tienta. Es curioso ver lo poco que supo Satanás de Jesús durante toda la vida mortal de éste. Al Diablo se le ocultó la verdadera naturaleza de Jesús, pensaba que sería hijo "adoptivo" de Dios, no que fuera el mismo Hijo de Dios, según la naturaleza. Quiere apartarle de su camino y como descubre que Jesús tiene muy claro lo que el Padre quiere para Él, entonces el Adversario trata de truncar su vocación alterando los medios.

Usa el poder que Dios te ha dado para tu propio provecho... Haz que las piedras se conviertan en panes...

Cuántas veces la Iglesia y cada uno de nosotros se verá tentado de este modo tan burdo... Dios te ha dado la inteligencia, la voluntad y las capacidades para triunfar. Úsalo en tu provecho, fórrate, enriquécete y no pienses en nada más. No vaya a ser que uses tus capacidades para servir a los demás y te salves.

¿A qué dedicas tus energías y tus capacidades? Hay personas que lo único que hacen es trabajar para ganar dinero y hasta descuidan a sus propias familias, ése no es nuestro camino, incluso hay quien cree que lo hace por su familia. No ven a sus hijos, no les educan ellos mismos porque están muy ocupados en ganar dinero para poder llevarles a los mejores colegios... Eso no es el camino de Dios. Es un engaño de Satanás y al final se comprueban los resultados...

Otros sí que viven para sus familias, pero nada más. ¿La vocación matrimonial es encapsularse en la propia familia? No. Es una vocación de servicio en la Iglesia y en la sociedad. Nuestras casas tienen que estar abiertas a todos, debemos salir al encuentro de los demás, especialmente, al encuentro de los que carecen de familia.

Tú que estás buscando a qué quieres dedicar tu vida, párate un minuto y piensa, ¿voy a estudiar una carrera sólo porque tenga salidas profesionales?, ¿voy a estudiar unas oposiciones sólo para tener un trabajo fijo?, ¿cómo puedo servir mejor a la Iglesia y a España? Te parecerán unas preguntas transnochadas, como está trasnochado el dedicar la vida a los demás. Piensa que al final de la vida lo único que importa es lo que hayas sido capaz de amar y ser amado.
 
Tírate desde el alero del Templo, así el mundo tendrá que reconocer que eres el Mesías... ¿No quieres que te reconozcan como el Mesías?, pues haz algo espectacular. Es absurdo que no uses el poder que tienes...

Muy bien, quieres que tengan fe en ti, pero ¿por qué ponérselo tan difícil a la gente? Viola su libertad, que no les quede más remedio que creer en ti. Si de verdad les quieres, no querrás que se conviertan de sus pecados, ¿por qué no les obligas a creer? Un padre obligaría a sus hijos a salvarse. ¿Es que no te preocupan?

¿Cuántas veces hemos tentado a Dios con esas palabras? Creeré sólo si curas a mi hijo... Muestra que tienes poder. ¿Sabéis lo que pasaría si Dios se nos manifestara de un modo inequívoco? Pues que perderíamos la libertad y Dios nos ha hecho libres como fruto de su amor. En el momento en el que nos arrebatara la libertad, en ese momento, dejaría de amarnos. Sin libertad no se puede amar. Hay un punto en el que la persona amada tiene que ser reconocida, no impuesta.

Lo que pasa es que Dios nos toma en serio. Mucha gente piensa que en el último momento Dios violará nuestra liertad. Al final de la vida, piensan, se nos mostrará tan claramente que no podremos negarnos a ir con Él. Piensa despacio, ¿por qué Dios va a permitir que nos hagamos daño unos a otros, por qué va a permitir el sufrimiento de los inocentes, si al final nos va a quitar la libertad? No. Eso no puede ser así. Si Dios fuera a quitarnos la libertad, ¿por qué nos la iba a dar al principio? Lo mejor sería que se nos mostrara tal cual es al inicio de la vida y así evitaríamos la corrupción del pecado.

Dios no actúa así. Dios propone, se insinúa, seduce... Nunca se impone. Dios te quiere libre porque sólo libremente podemos llegar a Amar y lo que a Dios le importa no es cuánto has pecado sino hasta qué punto eres capaz de Amar, de transformar tu vida en una oblación de amor, vivir de amor y para amar. Ésa es la importancia de la libertad. Dios ha puesto tu vida en tus manos, puedes decidir radicalmente qué hacer con ella. De hecho, no puedes no decidir qué hacer. Pretenderlo es ya tomar una opción. La libertad es como el dinero, sirve para entregarlo por algo que merezca la pena.

Por eso, Jesús no se tiró del alero del templo, quiere amigos no esclavos.

Si te postras y me adoras te daré el poder de estos reinos. Cualquier medio sirve si el fin es bueno. ¿No quieres poder unir a todos? Yo te lo daré, pero tendrás que adorarme.

De alguna manera hoy en la Iglesia puede ser una tentación que corrompa nuestras actividades, alíate con los poderosos para no perder cancha, usa los mejores medios para el apostolado, reniega de la pobreza evangélica y busca el poder para hacer más cosas. Sí, serán cosas buenas, pero hechas con medios que no son de Dios.

Piensa, por un momento, cuál fue el camino que eligió Jesús: la pobreza, el hambre, la sencillez, ser amigo de los marginados y despreciados del mundo... ¿Cómo predicó? Con medios pobres, eligió unos apóstoles que eran lo peorcito de la sociedad, comía con putas y pecadores y los poderosos querían matarle y de hecho lo hicieron. Muchos hemos hecho los Ejercicios Espirituales al modo ignaciano, recordad la meditación de las Dos Banderas y del rey eternal y decidme: ¿Cómo queréis vivir? Como vivió Jesús, como nuestro Capitán. Examínate por dentro y mira cuáles son tus preferencias y decídete a cambiar lo que debas cambiar.

Y ahora que hemos hecho un examen de conciencia con las tentaciones de Jesús vamos a mirarle a Él. Olvídate de tu incapacidad para seguirle como se merece y simplemente disfruta con la fortaleza de Jesús, con su fidelidad al Padre y con su profundísimo Amor y respeto por ti. Quizás esto nos ayude a mejorar como por ósmosis.

Por fin, el Diablo pierde la batalla y se retira hasta la próxima ocasión. Vienen los ángeles y sirven a Jesús. Del mismo modo, cuando vencemos por la gracia de Dios en nuestras tentaciones también llega hasta nosotros el Consuelo de Dios.
 
¡Bendito sea Dios!

Por fin, Jesús sale del desierto, el lugar de la soledad, del encuentro con Dios, el lugar del enamoramiento entre Israel y Dios. Ha colocado su vocación en su sitio, sabe qués es lo que espera el Padre de Él y cómo debe realizarlo. Ha aceptado la soledad que ha partir de ahora le acompañará hasta el insólito final de su aventura y tiene toda la gracia de Dios para cumplir su misión. Ha llegado su Hora.

Rezamos un Avemaría y comenzamos con nuestras actividades...

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